El reloj en la pared me dice: son las seis y treinta y dos de la noche, y no pensé que ya llegaría, éste día y su tristeza. De esta forma y en medio de la algarabía de mis compañeros de salón, con los ojos llorosos me pongo a recordarte, a pensarte; en tu dolor y en tu lindo nombre que siempre escribo así: Sofía.
Estoy desesperado, esquivo y naufragando en mis ideas.
Desde el lunes último al entrar a las dos de la tarde al salón 207, ya no estoy tranquilo, y me doy cuenta ya es viernes. Ya nos van a cerrar la puerta y sigo pensando, Salgo así del pabellón "B" naufragando como solitaria barca en la mar, me pongo claramente triste, mis ojos ya no quieren irse ni a dormir; siento como si se me fuera la vida y no tampoco puedo dejar ya de escribir en este último día; sobre la carpeta y la universidad, sobre el parque de la Integración y la biblioteca, bajo el umbral de la puerta principal donde todos pueden leer : “UNIVERSIDAD NACIONAL DEL CENTRO DEL PERÚ” ya estoy, con paso y medio en la calle y casi por salir me percato por primera vez de los faroles amarillentos dándome el adiós ,precisamente allí el vigilante de reojo inspecciona el folder azul que casi siempre me acompañó ,y junto todo mi valor ,para mirarme fijamente y jurarte una promesa al corazón : te amaré, te amaré aunque surque el paraíso o el infierno LITERATURA de mi vida. Y me fui. |
miércoles, 28 de abril de 2010
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)